César Calvo en el Cusco
La Ausencia como Pedestal en la poesía de César Calvo
A los 10 Años de su Muerte - Manuel Pantigoso
"Mamá, lo siento mucho. Di a mi padre
que no vaya a venir para llorarme".
En 1975, se publicó Pedestal para nadie de César Calvo (Edición del Instituto Nacional de Cultura, con prólogo de Alberto Escobar), conteniendo cinco libros editados con anterioridad; Poemas bajo tierra (1960), Ensayo a dos voces(escrito con Javier Heraud, 1961), Ausencias y Retardos ( 1963), El último poema de Volcek Kalsaretz (1965), El cetro de los jóvenes (1966); y dos libros inéditos: Pedestal para nadie y Cancionero. A la manera de recopilaciones hechas por autores de la generación del 50: Vida continua de Javier Sologuren, Poesía escrita de Eduardo Eielson o Un mundo dividido de Washington Delgado, este libro río recoge todas las facetas líricas y épicas de su autor.
En el poemario inicial de 1960 es posible comprobar ya una inclinación temprana por la soledad, la tristeza y la ausencia, que parten de la imagen del padre - poesía, como realidad y como símbolo de un pedestal vacío, en donde está la descripción intimista de sus reproches y afectos, de sus dolores y alegrías, que pudimos comprobar cuando nos visitara tantas veces con su madre y sus hermanos, en nuestra querida "Casa - jardín de Magdalena" donde compartimos nuestra primera adolescencia sembrando juegos y recogiendo rastros.
Familias Calvo y Pantigoso en la playa - 1946
Familias Calvo y Pantigoso en la playa - 1946
César Calvo , Manuel Pantigoso y familiares - 1955
Gran parte de estas emociones están, precisamente, en esos Poemas bajo tierraque hablan del pedestal de flores, de pájaros, de lluvia, siempre buscados como "lejanía de proximidad".
Desde el comienzo el poeta iniciará un diálogo con "aquel bello pariente de los pájaros", hermosa imagen usada para nombrar a la poesía que se ha posesionado de su alma y de su vida. Él, a pesar de las sonrisas del estambre rojo del verano, de los "ríos de perfume", de los "cabellos rubios", la conmina y le dice:
Poesía, no quiero este camino
Que me lleva a pisar sangre en el prado
Cuando la luna dice que es rocío
Y cuando mi alma jura que es espanto.
¡ Poesía, no quiero este destino !
¡ Llevate tus sandalias ! ¡ Devuelveme mis manos !
(Aquel bello pariente de los pájaros)
¿ Que pudo acontecer a este muy joven poeta cuyos referentes primeros son todavía el mundo del hogar, del barrio, del paisaje, para presagiar un destino ubicado entre el éxito literario y la ausencia de su alma ? Indudablemente, además de la tendencia subjetiva general, la respuesta tiene que corresponderse, en lo social, con la situación política del país por aquella época, pero desde una perspectiva muy íntima.
Estos versos denuncian con claridad esa irresistible forma de ponerle un color triste a los recuerdos:
Todos mis sufrimientos, esta noche
Giran en torno a mí
Como los cuervos.
(Todos mis sufrimientos)
Un sauce con regalos
En medio de la casa. Árbol de navidad.
El tiempo ondea sus cajitas de lágrimas
Lloradas.
(Un sauce con regalos)
Hoy hemos almorzado de memoria
(...)
Ya nadie vendrá nunca.
Contando alguna tarde de provincia,
Hoy nos hemos comido para siempre las rosas.
(Hoy hemos almorzado de memoria)
Mi infancia fue una mano
Donde cabía el mar
Donde los astros
Cabían como hoy caben mis ojos en el llanto.
(...)
¡ Ah, noches que la luna se bebiera !
¡ Ah, juegos convertidos en nadie, desolados !
(Mi infancia fue una mano)
A continuación uno de los poemas dedicados a su padre, el notable pintor César Calvo de Araujo (Artista nacido en Yurimaguas, en 1910, que plasmó en imágenes plásticas y luminosas el paisaje y la vida de la región amazónica).
César Calvo de Araujo, "el Pintor de la Selva"
La figura paterna se torna central dentro de este gran cuadro pintado de ausencias:
Mi padre llegó ayer. Ha parecido
una partida más este regreso.
A mi llanto he subido para verlo
perderse por la cuesta mas honda.
¡ Que ganas de decirle que estuvimos
esperando sus pasos
para seguir muriendo !
¡ Que ganas de que nada, que sus cartas
nunca escritas
nos llegaron sin falta !
Pero la casa
calla,
Y todos caminamos
de puntitas para no despertarla.
Mi padre llegó ayer. No sé quien baja
a media asta los días de febrero.
Mi padre llegó ayer.
Y está más lejos.
(Mi padre llegó ayer)
Estos hermosos versos nos remiten al poema de Vallejo Los pasos lejanos:
Hay soledad en el hogar; se reza
y no hay noticias de los hijos hoy.
Mi padre se despierta,ausculta
la huida a Egipto,el restañante adiós.
Esta hora tan cerca;
si hay algo en él de lejos, seré yo.
Veinticuatro años más tarde, en Como tatuajes de la piel de un río (1984), César Calvo retomará con fuerza estos temas que le obsesionan tempranamente: la ausencia del padre, la casa de sus juegos y dolores infantiles. Dirá en un poema que no lleva título:
¡ Era de noche siempre ! ¡ Era de noche
siempre oigo el sigilo
de esa invencible ausencia que atraviesa
la tibia casa en que (ya no) vivimos !
(pag 73)
Poemas bajo tierra es un Libro - ventana que contiene, en forma larvaria, mitos y utopías que el poeta se encargaría de elaborar con los frutos de la trascendencia. Libro - ventana que apunta más hacia adentro que hacia afuera. De allí el tono velado de los versos en claroscuros que se empapan de sugestiones y reminiscencias. El propio título Poemas bajo tierra tiene la misma carga significativa que el título general Pedestal para nadie. El poeta busca para sus libros nombres análogos que tengan la misma atmósfera, un aire similar con los cuales quiere aludir a la poesía, a la ausencia, a la forma como mira a su país y al mundo, a la vida, a la muerte.
Este tono lírico persistirá en el colectivo (escrito con Javier Heraud) Ensayo a dos voces, y en Ausencias y retardos. Aquí la palabra poética se expresa con coraje, con una modulación y un acento más personal que en Poemas bajo tierra - en el cual resuenan los ecos de César Vallejo y Juan Gonzalo Rose -. Ahora el alto lirismo de las rosas del jardín se conjuga con el crepúsculo de los bosques, en una suerte de recuerdo y premonición. Veamos estos dos tonos unidos por la impronta de la ausencia:
Ni el olvido
sabrá de este regreso.
Apenas si el aroma
de las tardes
al esculpir sus rosas
en el viento,
hablará de nosotros.
Y desde nuestro solaz
soledades, seguirán
extrañándonos los ecos.
(En Ensayo a dos voces)
¿Es cierto que allá en Vermont los geranios
otoñan las tristezas ?
¿Es cierto que allá en Vermont es agosto
y en este mar, ausencia...?
(Otoño en Vermont)
A estos versos que nos cautivan por su delicada melodía se han de unir aquellos otros con su furiosa carga de imágenes que fluyen con mayor audacia bajo un tono épico y onírico:
Y antes que el crepúsculo descienda de los bosques
a tenderse en la arena como un lagarto
acuchillado,
desgárrate los muslos con mi flecha de seda
y en el centro del sueño deja entonces que me hunda
bajo las plumas rojas y lentas del otoño.
(Poema "VI" de Ausencias y retardos)
Es la hora también en que el amor se perenniza através de notables poemas que le van marcando al poeta un aura de enamorado y enamorador de las palabras. Él las toca, las seduce, ls acaricia; las golpea y las hace decir cosas inimaginables. El poeta continúa erigiendo su pedestal para las "ausencias y retardos" ¿Con qué contrarresta su soledad y esas primeras obsesiones en tono de elegías? Sin duda lo que ha de salvarlo para no despeñarse en el vacío será la propia palabra: su brillo y su sensualidad. La palabra es el ser del hombre. Y en este bucear hacia el ser rompiendo las barreras del tiempo y del espacio, la valorización indiscriminada de lo personal revertirá en lo colectivo. Ello le permitirá establecer una comunicación mucho más fluida entre los hombres en su deseo de desterrar la soledad estéril e instaurar el reconocimiento de cada uno en el otro, dentro de una suerte de encadenamiento de universos, siempre misteriosamente luminosos y fraternos. Por esta senda, César Calvo publicará dos poemarios en donde se evidencia aquella relación entre la palabra y la conciencia que tenemos de la condición personal y del entorno, con los cuales estructuramos nuestra propia existencia. Ahora sus sueños son también sueños de los otros.
En El último poema de Volcek Kalsaretz y en El cetro de los jóvenes hay junto al revestimiento de la palabra conciencia y emoción social, compromiso con los ideales de justicia y libertad.
Era entonces la vida
como una jarcia al viento;
en los altos establos o en la noche
el día de tus aguas
rodeaba mi corazón,
y sobre ágiles campos de cebada, tú,
cómplice de mi infancia,
Drawa de labios húmedos,
inventabas los juegos y cantos.
Todo nacía de tu mano azul, todo volaba,
oh río de ojos claros, como claro milagro.
(El último poema de Volcek Kalsaretz)
Y bajo de la tierra perfumada
y herida, la mano que abre un río
y sostiene los árboles, el vuelo
de los pájaros, la lluvia:
levanta nuestro canto.
¡ Poder, alto y perpetuo
pino de relámpagos, roja es tu voz
como la blanca hierba
de la libertad, implacable
es tu amor, nuestro tu canto !
(El cetro de los jóvenes)
El cetro de los jóvenes se ubica, entre otros, en el contexto de las guerrillas románticas del MIR encabezadas por Luis de la Puente Uceda, y de las del Ejército de Liberación Nacional de Héctor Béjar. A partir de estos dos libros - El último poema de Volcek Kalsaretz y El cetro de los jóvenes - aparecerán otros referentes geográficos como la selva y los andes. Ese jardín interior que floreciera inicialmente en el alma de calvo con sus flores perfumadas, se irá tornando mucho más umbroso y esencial, lleno de encrucijadas y abigarramientos, regado con un licor y una savia vegetal que profundiza en la historia y en la colectividad peruana.
Pedestal para nadie es un libro totalizador que cohesiona todos los caminos poéticos anteriores. Desde aquí - desde esta unidad del poemario - parte esa ansia de expansión de la poesía que unifica lo interno y lo externo, lo espiritual y lo material, la raíz y la altura, la tierra y el cielo, el fuego y la esperanza, la muerte y la vida, lo objetivo y lo subjetivo, lo esencial y lo existencial, lo mágico y lo real, la espiritualidad y la sensibilidad, el sueño y la vigilia.
Dueño de sus recursos expresivos el poeta continúa creciendo y se abre al mundo con una vigorosa filosofía, plena de intuiciones y conocimientos:
Acaso así encontraremos una buena razón
para morir
y dejemos de ser
el cuerpo solitario en la ribera
para ser la ribera, el río mismo,
dos cuerpos abrazados que al hundirse
se salvan.
(Poema sin título, p.162)
Permaneció en la ventana
durante largos, largos años,viendo
caer las hojas, la nieve, viendo caer
las hojas
y la
nieve.
Cuando se acordó de sus hermanos
éstos ya eran un pedazo de hierba.
Él durmió feliz : aquella noche
descubrió que los árboles
pierden sus hojas, que la nieve es blanca.
("El sabio")
Sin duda Pedestal para nadie alude singularmente a la propia poesía. Hay allí un texto que lleva el mismo nombre y que dentro de su evanescencia polisémica nos coloca en el pedestal de la poesía, es decir, lejos de los aplausos y galardones, y se manifiesta a través de un temblor existencial que revela lo absurdo y hasta lo cómico de la condición humana:
La Señora que anduvo siempre en hija
o en nieta, nunca en madre, o en sus bucles de mármol,
en verdad es de ceniza,
se deshace y se aleja como un montón de viento
y la Señora es viento entre dos vientos
y un repique, al borde, siempre al borde
de pararse en la punta de un cabello
como la cuerda de un reloj o como
algo de cualquier cosa que ya nunca.
En el mismo poemario encontramos versos con la misma impronta y cuya implícita mención a ese "pedestal para nadie", evoca lo invisible, lo soterrado, lo caído, lo vejado :
Desmoronado ya, él en su estatua
nace de otra caída,
pero solo la hierba es memorable,
araña delicada, su hilo pánico
- la narración de nuestra oscuridad -
Al fatuo pie de mármol lo desanda.
(Resonancia)
Indiferente rumbo a nadie
va su penumbra en esplendor, de prisa
pasa caída en un peldaño, capa
que ni sus propios pueden ver, la pisan.
Al fondo humea un vals: alguien la llama
de memoria, una boca que se ahoga
mientra al borde del abismo bailan.
Y tarde, pero a tiempo, la deudora,
burdel de mármol, púlpito de mármol,
mármol ya de ceniza, entra en la sombra.
(Muy poca frente para tres coronas)
Si desde el inicio de su carrera literaria César Calvo no tuvo ese pedestal del padre en qué asirse, en qué afirmar su desarrollo de infante a hombre, ahora el poeta lo busca, igualmente pero en otros materiales menos deleznables, más consistentes: en los de la escritura. Y es que la poesía fue para Calvo como una piedra angular donde se asienta el silencio y los recuerdos, la memoria mítica y ancestral. A la postre, en la búsqueda de la fuente original, los mitos del padre se encarnaron en él.
César Calvo en su Torre de Chaclacayo
Dos notables libros de prosa y poesía certifican este auscultamiento y búsqueda del ser y de la figura paterna en las mismas entrañas de la selva y el ande. En Las tres mitades de Ino Moxo (1981) y Edipo entre los Inkas (2001), César Calvo se hunde en el meollo mismo de la palabra primitiva - no eurocéntrica - en la reflexión psicoanalítica, onírica, en el mito y la historia, en los estados alucinógenos del ayahuasca, en el tiempo inmemorial, en la oralidad. En el centro de este apretado universo, se yergue la palabra desnuda de retórica, sin literatura. La construcción de este pedestal erigido con la imagen del padre, implica también su destrucción y su liberación:
En el instante en que él abrió los brazos
al mundo, lo enterraron.
Suyo era el ojo de las esmeraldas
cantando en la otra orilla. Lo enterraron.
("Reloj de arena")
Quien llegó tarde de su oscuridad
no ha de tener memoria.
Sus nombres y sus cuerpos jamás se encontrarán.
Solamente en el agua
serán sus iniciales grabadas a navaja.
("Ojo de estatua")
El profundo amor que César profesaba a su padre, tuvo, desde su primer libroPoemas bajo tierra, un tono doliente y elegíaco :
Mamá, lo siento mucho. Dí a mi padre
que no vaya avenir para llorarme.
César duerme por fin. (Tanto lo vimos
- ¿recuerdas?- por las noches, levantarse
alto como un abismo, a escribir calles).
Hoy no podrás siquiera reprocharle.
Hoy no ha llegado tarde, llegó en punto.
Llegó en punto a acabarse.
Lo siento mucho,madre.
¿Quién habrá ahora de cuidar los días?
¿Quién ha de discutir con el silencio,
en alta voz, para trizar la ausencia?
En vano lavarás sus ademanes
danzando sol en hondas azoteas.
Pero no vayas a llorar, tú sabes:
las lágrimas, de noche, lo despiertan.
Además mira como sube el aire
la risa que ha soltado su cadáver.
(Ella quedará en casa como el eco
de un callado domingo interminable).
No vayas a llorar. Él fue culpable.
Mejor seca los años de Guillermo,
abrázalo a tu vida, madre, ¡abrázame!
Después podrás llorar.
Y yo también,
no creas.
Sin que lo sepa
nadie.
("Pésame")
En su último libro de versos Como tatuajes en la piel de un río, veremos cómo se ilumina de manera explícita con una luz cenital, lo que el poeta quería ocultar en sus textos anteriores. Ya no requiere de metáforas ni de imágenes oscuras para colocar en esa columna que ama el busto de la poesía, forjada con toda la pasión de su exitencia, con toda la similitud que existe entre lo poético y la vida.:
Caída desde un soplo del pedesatal, mi frente
entre la hierba, aún así, hundida
por el invicto peso de lo ausente, dirige
el curso de los astros y su fulgor suicida.
En vez de derribarla, amo mi estatua.
Al pie de sus cenizas, a envejecer, me tiendo.
Amo esta biblioteca sin sentido.
Esta boca de hueso,
Mi voz, mi nada y su caballo ciego.
César Calvo en su Departamento de Chaclacayo
Podemos decir, finalmente, que junto a esa dualidad de su existencia (melancolía - valor, ausencia - certeza, desesperación - esperanza, a la que entra en sus años de madurez con una virilidad serena) hay un combate que existe en sí mismo y que se emparenta con ese otro gran combate de las tendencias y las ideas en las que participó como la mayoría de su generación. Del "yo" personal, privado de su primera jornada poética, pasó a ese "yo" objetivo que sabe decir "nosotros": es el "yo" de todos, con el cual el poeta se identificó en búsqueda de la felicidad y de la sabiduría de vivir. A todo esto corresponderá en sus versos la insistencia de palabras como fuego, frío, invierno, otoño, sol, hojas, bosques, ríos; las cuales se vinculan a esta búsqueda de protección y comunión social. Por ello la ausencia del padre - que como hemos visto fue una tendencia constante de su poética - se extendería a la ausencia de la patria, de la sociedad, del amor - el poeta nunca estuvo "encontrado" con el amor a pesar de su intensa vida afectiva -. Y su obra fue, entonces, una travesía constante, una búsqueda sin descanso en pos ahora de aquella luz ausente que representaba a ese Perú ignorado o conocido a medias. Siendo la propia poesía, por naturaleza, lo más invisible en cuanto a percepción inmediata, quiso buscar respuestas en ella por lo más huidizo y al mismo tiempo más sólido. Y fue en pos del mismo misterio, remitiéndose a los mitos y leyendas de la selva y de los andes para encontrar allí lo prístino y auroral de la raíz y de sus orígenes, para abrazarse con su padre, con la madre tierra, con sus semejantes, con su país. Desde este pedestal afectivo, el poeta tendría conciencia lúcida de para qué se escribe un poema :
"Se escribe un poema para hacer más fraternos a los hombres,
o para intentarlo,
o sea para que la poesía sirva para alguna cosa.
Se escribe un poema para no sentirnos
el centro
del mundo.
(...)
Se escribe un poema para que el poema nos acompañe,
para no estar tan inexplicablemente solos".
(Conferencia Autobiográfica - Instituto Italiano de Cultura - 1974)
Manuel Pantigoso
Vicionario N° 5, Setiembre 2010 - Vicio de la palabra y la belleza
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Edita Dr Guillermo Calvo Soriano
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