César Calvo, Selección de Poemas
INTRODUCCIÓN
César Calvo,aquel bello pariente de los pájaros, ha devenido en mito con los años transcurridos y en el espacio vacío que dejó su ausencia. Y esto no debe asombrarnos porque la memoria siempre le reserva a los mejores un sitial privilegiado. César calvo existió como ser humano, es cierto, pero tal vez fue un dios de la Amazonía encarnado en un joven elegante, hermoso y esbelto, que se mantuvo así hasta el último de sus días. Vino a Lima desde los ríos astrales a deslumbrar a sus contemporáneos y a las generaciones del futuro con sus versos luminosos y sonoros, y que a los sesenta años, cuando nadie podía suponerlo, desapareció inexplicablemente. Tal vez su misma muerte sea una broma de mal gusto, la única, como dice su amigo, prologuista, y traductor, Antonio Mellis, y de pronto, cuando menos lo esperemos, reaparezca con su gigantesca
y cálida carcajada.
Sobre él, se han tejido fabulosos relatos que si no son ciertos, valdría la pena que lo fueran. De todo ese cúmulo de historias, hay algunas que son realmente notables, como aquella que cuenta cuando entabló amistad con Chabuca Granda. Él se acercó y le dijo : "Señora, yo me llamo César Calvo. Me miró medio desconcertada, como preguntando ¿que?, y yo le dije, sabe, quiero que me disculpe una cosa, soy mitómano de profesión. Entonces me miró con terror. Yo ando diciendo que la canción Puente de los Suspiros, que usted acaba de dar a conocer me la dedicó; que yo soy el poeta que la espera en aquel puente. En esa época vivía en el Puente de los Suspiros, en la Bajada, en el 363. Chabuca estaba asustada. Yo quiero pedirle un favor,
no me desmienta cuando se lo pregunten. Así empezó una gran amistad".
Otra historia seductora y tierna, está referida a su madre, doña Graciela Soriano a quien cariñosamente Calvo llamaba "Chino", porque alguna vez debido a un problema que doña Graciela sufría en los pies, tuvo que usar zapatitos orientales, César hace bromas en torno de ello, le lleva chifa, le habla en n chino inventado, y ella lo mismo, le corresponde con la misma gracia, y se queda con ese enigmático nombre que aún la acompaña en sus espléndidos 102 años de edad.
Ricardo Gonzáles Vigil dice con sabiduría que César Calvo hizo de la amistad una de las bellas artes. Tuvo amigos míticos (Javier Heraud, Manuel Scorza, Chabuca Granda, Fidel Castro, Gabriel García Márquez, Carlos Chino Domínguez, Pablo Milanés, Thiago de Melo, Chico Buarque, Vinicius de Moraes, Joan Manuel Serrat, Alfredo Zitarrosa, Manongo Mujica, y miles de amigos más, cuyos nombres ocuparían un inacabable volumen) a quienes amó como si fuera él mismo; y sobre cuyas relaciones se han recogido anécdotas tan sabrosas como de hondo significado humano. Sus viajes, las ciudades donde vivió, sus amantes numerosas y bellas, sus ideales generosos cual veinto dorado que corta el día en partes simétricas e innumerables y que fueron escritos por su corazón ardiente de poeta deslumbrado en pos de nuevos cielos y remotos puertos.
En algún momento se creyó, ante la creciente intelectualización de la poesía peruana, bajo la influencia de la poética sajona, a partir de los años sesenta, que la poesía de César Calvo era poesía menor y venida a menos, pero el tiempo justiciero, que a veces demora pero no tanto, y cuando algunos creían haber hecho de las suyas, a sus espaldas, vuelve veloz a poner las cosas en el lugar que les corresponde; así, la fuerza de la historia le ha devuelto la Luz que le pertenece a su cetro. Poesía cuya pretensión, desde el primer verso, no es sino cantar, cantar con toda el alma, a cielo abierto, con la voz diáfana de los pájaros, con la fuerza genética de los manes y las raíces de un país antiguo y sabio, rico en palabras bellas y poemas de tradiciones arcaicas; otras veces, con la dulce entonación del harawi, del susurro agónico. Poesía que emociona, con sus imágenes exultantes, surrealistas, plena de paisajes misteriosos.
Bajo el influjo de su amigo y maestro Juan Gonzalo Rose, maestro en ingenio y sabiduría popular, buscó para su poesía el duro mundo de la realidad verso a verso, mundo que le fue esquivo por las musas, porque él pertenecía a instancias sutiles y evanescentes; su poesía, como la mayor parte de los grandes poetas del siglo XX, va por otros rumbos, por eso para conocer de su filiación poética, diríamos de él los que Mario Vargas Llosa dijo de Rose: "Como los modernistas, erige su mundo compensatorio, de belleza y placer, mediante el exotismo, es decir la fuga en el espacio, y el mito, la fuga en el tiempo. Lo que está lejos en la geografía o en la historia inevitablemente se baña de subjetividad... Es lo que hizo Darío con Grecia y Versalles, Eguren con Escandinavia y Germania, Chocano con el Incario y el Virreinato, Lugones con los gauchos, Valle Inclán con México... Pero a diferencia de los modernistas, no es inocente. Se sabe, irreal, fabricadocon la más implacable de las materias, condenado a ser siempre imagen, sonido, y jamás experiencia vivida". Con la atingencia que en Calvo, el exotismo más de las veces, es drama humano, herida abierta al costado de la vida, obviamente, sin llegar al realismo consuetudinario: Vermont, Pevas, Auschwitz, Varsovia, Drawa, Paris, China, Egipto, el mundo quechua, espacios, distancias, lejanías y proximidades que nos internan en la evocación, nos aproximan a través de la imaginación a paisajes interiores, climas , sensaciones.
Pero hay otro César Calvo,el narrador, el extraordinario novelista, aquel que luego de un largo viaje, el del poeta, vuelve a sus raíces más profundas, a los mitos de creación, al habla popular, a la voz singular de la tierra, al aliento autóctono que de acuerdo con las nominaciones de la época deviene en llamarse realismo mágico o lo real maravilloso, (que no es sino otra forma de la poesía, la del yo colectivo) y dentro de esa corriente logra descubrir, inventar, y crear, desde una expresión lingüista que lo emparenta con la escritura radical de Churata, a medio camino entre dos o más géneros, y con Arguedas, a través de una novela única en su género único, como es Las tres mitades de Ino moxo, cosmogonía inédita en los ojos mismos del siglo XX, o ficcionar a su amigo entrañable, Manuel Scorza, en el libro segundo de Edipo entre los Inkas, para hacernos vivir la saga antifeudal del indigenismo, regurgitante, rebosante de vida; o asumir
la defensa de la supervivencia y la cultura de los pueblos amazónicos. Calvo es un creador escondido, un autor de culto, de escogidos que veneran sus libros como tesoros;
él, que fue promotor cultural, tal vez olvidó promocionar a su obra literaria.
Numerosa facetas tuvo: declamador, lector en off, cantautor, y otra sugeridas en
César Calvo Siempre (2002), importante libro de testimonios editado por Juan Pablo Carcelén y que constituye el más entrañable y hermoso homenaje al poeta, dada la intensidad, el interés, lo estético y ético de la vida de César calvo, alguna vez Sumo Pontífice de La Capilla, bar legendario de la cuadra séptima del jirón lampa, ola voz oficial (pero no solemne)
del grupo Perú Negro, al que impulsó con todo su genio e ingenio.
Para la Universidad Alas Peruanas, su Rector, el doctor Fidel Ramírez Prado, y el Fondo Editorial, rendir este homenaje al poeta creativo, al escritor que depositó su fe en la integración de la cultura andina, amazónica, y afroperuana, significa reiterar su fe en la grandiosidad de la cultura nacional, en sus múltiples expresiones, en su carácter universal. Más aún, cuando la revista Caretas, con su auspiciosa cobertura y en su probado interés y amor por la literatura, nos alienta en este afán.
Omar Aramayo
César Calvo Soriano (1940 - 2000)
Edita Dr Guillermo Calvo Soriano
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